¿Seré lo suficientemente poeta? para los comunes y corrientes

Esto de la Internet es un vicio (como diría mi madre) Antes yo era libre y recurría solo a mis cuadernitos de sol veinte para desembarazarme de ésa vorágine de palabras procreándose y aglutinándose en mi psiquis, mi lengua, mi garganta, mi alma, mi tráquea (como quieran llamarle) y así escapaba sanamente de la rutina que tanto agobia. Ahora esta juiciosa costumbre se ha vuelto un vicio desmedido desde que sistematicé mis divagaciones. Duermo muy tarde; cada vez que pienso “aquí termino” a los pocos segundos me convenzo de seguir husmeando en la red “un ratito más”. Cuando en las épocas de mi cuaderno, éramos él y yo, yo y él, nadie más nos distraía ó interrumpía nuestros viajes a la abstracción y podía ir y venir de ellos en cualquier momento ó lugar sin que nadie alrededor se percatara y me tildara de obsesiva ó me instara amablemente a participar de la conversación. Esta noble y maleable herramienta tenía la propiedad de adaptarse a mi cartera, se hacía rollo, se doblaba en cuatro y se dejaba manipular sin presentar ningún síntoma grave de daño. En cambio esta bendita pantalla que tengo al frente es tan delicada, tan aparatosa y tan persuasiva; cuando estoy escribiendo, todos lo saben y no hay forma de disimular que estoy en otro mundo cuando no debo (que es la mayoría de las veces), si debo salir no hay forma de llevarla conmigo como para digamos, ponerme a digitar en el taxi. Pero no puedo ver una de éstas sin sentir deseos de explorarla y entrar en su inconmensurable territorio. Muchas veces critiqué a esos psiconautas que dejan de lado la vida real para entregarse a las bondades de este aparato, esos que duermen tarde, despiertan tarde y se quedan en pijama hasta el medio día o más navegando (cigarrito en mano quizá) mientras escriben. Ahora heme aquí en pijama a las 11.45am escribiendo esto. Casi como que me siento culpable y presa fácil. Pero lo peor de todo no es eso, si no que además estoy dudando de mis habilidades de psiconauta y sospecho que en cuestión de meses volveré a mi ritmo, pues ni tengo el entorno adecuado y quizá ni la pasta necesaria para trasnocharme con valor, sin angustiarme cada vez que miro la hora y pienso en las ojeras del día siguiente y en la lonchera que debo preparar a las 6 de la mañana.
Yo escribo de día, duermo de 10 a 6 como buen parroquiano, luego un poco más de 6.30 a 9.30 y a comer mi yogurt con granola mientras leo ó escribo alguna de estas tonterías. Si hay algo divertido que hacer, no lo rechazo y me llevo mi cuadernito fiel. Además, para seguir con las confesiones, me alimento bien, no fumo si no en las fiestas, no me atrae la izquierda, y a veces me disfrazo de niña fresa ó femme fatal. A todo esto hago mi acto de contrición y me pregunto sobrecogida ¿seré lo suficientemente poeta?